Todavía en los años setenta una española en París podía sentir cierto reparo a la hora de revelar su nacionalidad o su origen:
en Francia muchos emigrantes españoles hacían trabajos poco cualificados. Algunos eran exilados o refugiados de la dictadura, pero otros muchos eran emigrantes económicos. A una licenciada universitaria la podían considerar una mujer humilde y sin estudios simplemente por ser española, sin más.
Hoy en día, sin embargo, tras más de 30 años de aventura europea, la imagen general que se tiene en Francia de los españoles es totalmente distinta. El tiempo y la pertenencia común a Europa han hecho su trabajo.
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