Plinio el Joven enumeró a Tomis entre las ciudades más bellas del Ponto. Pero las descripciones de Ovidio son menos halagüeñas. Habla de ella como una avanzada en los confines del mundo, en una región salvaje y estéril, donde se hiela hasta el mar durante los interminables inviernos y gravita siempre la amenaza de los bandoleros bárbaros, que aprovechan el Danubio helado para sus incursiones. Ovidio fue a Tomis en un momento en que la situación del bajo Danubio era particularmente tensa. La ciudad era todavía modesta y sólo adquiriría importancia con la creación de la provincia romana, convirtiéndose en el mayor centro portuario del mar Negro, mientras se obstruía lentamente el embarcadero de Istria, por los depósitos de arena acumulados por el Danubio.
(el Pontos Euxeinos es el actual Mar Negro; Tomis se encontraba en donde hoy se alza Constanţa)
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