Transilvania es más que un escenario de densos bosques, nieblas perennes y castillos siniestros. Esta región del centro de Rumania, protegida por el arco de altas cimas que forman los Cárpatos, es una de las más industriales y ricas del país. Hay bosques, sí; sobre todo de coníferas. Hay castillos, muchos, incluido el famoso de Bran, al que la iconografía turística ha colgado el sambenito de castillo de Drácula. Pero en lo que Transilvania es rica es en ciudades monumentales. Urbes medievales llenas de palacios, iglesias y fortalezas, tan numerosas y tan bien conservadas que resultaría difícil encontrar una concentración similar en otro país europeo.
Brasov, Alba Julia, Sighisoara, Cluj-Napoca (la Salamanca rumana) son algunas de ellas. Pero sobre todo está Sibiu, uno de los cascos históricos más sorprendentes de Transilvania y de todo el país. Un pequeño burgo medieval lleno de palacios, casonas, iglesias ortodoxas, católicas y evangelistas, y calles peatonales donde la vida discurre aún a ritmo pausado. Un pastel de colores suaves cuyas fachadas de estilo sajón sufrieron una ingente rehabilitación tras décadas de abandono gracias a la capitalidad cultural europea que la ciudad ostentó en 2007.
http://elviajero.elpais.com/articulo/viajes/Mordiscos/Dracula/elpviavia/20100424elpviavje_3/Tes
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